Cuando nací ya existía ETA, el grupo independentista vasco surgido en los 50 y declarado organización terrorista por la Unión Europea en 2001. En su más de medio siglo de historia se ha cobrado la vida de más de 800 personas y ha coartado la libertad -la que se suponía añoraba defender para el pueblo vasco- de cientos de políticos, empresarios, funcionarios, pensadores, periodistas…críticos a su lucha.
Una lucha que, desde mi punto de vista, se hizo insostenible conforme maduraba la democracia, por más que en muchos momentos fuera -y es- una democracia arrogante e inflexible con las demandas de la diversidad identitaria de la actual España. Las excepciones se daban, eso sí, dentro del juego político siempre y cuando se tradujeran en votos para las nuevas investiduras presidenciales, fueran del PSOE o del PP.
Desde el 20 de octubre de 2011 ETA había anunciado el cese definitivo de su actividad armada, y eso había permitido que me olvidara de su existencia. Hasta que hoy viernes, cuando cumples dos semanas, ETA comunica por medio del periódico francés Le Monde y la cadena británica BBC que entregará a Francia todas las armas y explosivos para el próximo 8 de abril.
De nuevo surgen las dudas, las desconfianzas y las alertas por parte de España y Francia, que aseguran que esta es la única respuesta que ETA puede permitirse ante sus efectivas actuaciones policiales y la presión judicial y social.
Yo tan sólo quiero creer que así va a ser, que este proceso de desarme se va a llevar a cabo, que la vía armada que la sociedad vasca rechaza no será nunca más una vía y que cuando crezcas y conozcas Euskadi – quién sabe qué forma política y administrativa tendrá entonces- te contaremos que “hubo una vez”.
